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jueves, 22 de mayo de 2014

Europeas 2014


Un largo recorrido me separa desde que empecé en esto de la política. 3 años, que aunque parezca que sea poco, es mucho trajín para quien no ha parado prácticamente desde entonces. La verdad, es que aprendes mucho por el camino, pero acaba quemando lo indecible. Si encima le sumamos el hecho de que no he cogido el camino fácil, sino que me he unido a uno de los movimientos más injustamente invisibles en éste país, pues os podéis imaginar el quemazón que uno puede tener en el cuerpo.

Pero eso no es nada comparado con el sacrificio a lo Bonzo que estamos practicando en éstos días muchos de mis compañeros del movimiento. 

No, no escribiré sobre los Piratas. Pero quería reflejar un sentimiento que posiblemente tengan interiorizado, no solo Piratas de todo el Estado, sino muchos otros organismos semi invisibles que intentan ver la luz al final del túnel en un sistema que les pone una venda en los ojos constantemente.

Estas elecciones están siendo manipuladas a más no poder con el único fin que nadie vaya a votar. Al menos ellos lo intentan. Espacios publicitarios para campaña, los mínimos, y que no sean demasiados en zonas visibles vamos. ¿Alguien recuerda la de medios que habían cubriendo las generales de hace 3 años, la cartelería, los banderines, y la cantidad de información que podías buscar en los medios, sin ser demasiado populista? En comparación es como haber tenido una biblioteca de libros y quedarte con un panfleto en la mano ¿Debates? Bueno, eso es marca de la casa Made in Spain. Solo hay debates sesgados, concertados y para nada informativos de los programas que presentan los que han tenido la "suerte" del dedo de salir en los medios. Mientras, los tertulianos políticos se encargan una y otra vez de "debatir" sobre temas intrascendentes para las elecciones que nos tocan, y partidos mediáticos aparecen por doquier para llenar las pantallas. Nadie dice que tengan nada de malo esos partidos, pueden ser muy válidos, pero déjenme que con la tesitura actual no me fíe un pelo de ellos. No sigo a líderes sacados de tertulias baratas ni de activismos interesados.

Estamos hablando de las elecciones europeas más importantes que han habido, y que posiblemente habrán en mucho tiempo. Parece que a la gente se le olvida lo importante que es las decisiones que se toman allí en el día a día. lo bueno que ha sido el tribunal de Estrasburgo para nosotros, los ataques constantes a nuestros derechos que se prodigan gracias a los lobbistas en cada sesión del europarlamento, los acuerdos económicos y de austeridad que se pactan en sus pasillos,... Parece que Europa no es importante, pero si que lo es la Copa Mundial, o Eurovisión, o la Liga,...

Y como no, me gustaría hacer hincapié en la pérdida de legitimidad como país que se puede producir como se acabe acordado el TTIP en la unión europea. Un tratado que se salta las leyes de los países por donde pasa a la torera, consiguiendo lo que todas las multinacionales desean en sus sueños más húmedos, pasar de las normas y hacer lo que quieran con la gente. ESTE es el mayor problema que debería estar copando todos los debates serios sobre las elecciones, y no si desde europa vamos a crear millones de puestos de trabajo, que NO es su función.

Un tratado que deja al ciudadano en la condición de semi-esclavitud, y a un personaje jurídico como es una empresa multinacional como ama absoluta de las condiciones de un país, no puede ser bueno para nadie. Y se necesita gente que realmente sepa de lo que se está hablando allí y sepa defenderse de los ataques lobbistas, que de tanto ignorarlos en europa, casi están consiguiendo cosas que no pasarían de otra forma.

Tengo esperanza de que el día 25, a pesar de la falta de información sobre las elecciones europeas, a pesar de la falta de compromisos serios con la ciudadanía, y a falta de que la propia ciudadanía empiece a recapacitar sobre el poder que tiene, a pesar de ello, se llenen las urnas de votos ciudadanos, que se elija una representación mucho más plural de lo que es España, y que dejen, por ello, el bipartidismo extremo al que hemos estado abocados desde la transición.

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