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domingo, 13 de julio de 2008

Capitulo 4

Advertencia





Encuentro con la salvación


Le perseguían. Dos como mínimo, pero seguramente serían más en éstos momentos. Llevaba corriendo ya unos veinte minutos. Jodidos monstruos. ¿Quien dijo que eran lentos? Ahora le diria cuatro cosas a quien lo dijo, acompañado de su machete y un destornillador para el ojo. Llevaba dos días sin comer y no podía durar mucho tiempo ya corriendo a pesar de su anteriormente atlética y sana vida.

De repente, trastabilló con algún desecho de la calle y calló cual largo era, produciendosele un esguince fatal. "¡Mierda, mierda, mierda!" gritó, y se preparó para enfrentarse a sus perseguidores. Se acercaban, no muy veloces, aunque a un paso acelerado, cinco personas desfiguradas y fuera de control.

Se arrastraba como pudo hacia la entrada de un edificio que tenía a escasos metros, con la casi inexistente esperanza de que la puerta estuviera abierta para poder entrar. Vió de reojo que tres más aparecían por la acera del edificio, como atraidos por su inminente muerte. Aceleró aún más nervioso su marcha hacia su única salvación posible, arrastrándose por el suelo y produciéndose innumerables cortes con la piedra de la calzada mal cuidada y con una inmensa cantidad de escombros, mayormente dañinos. "Joder, joder, joder", en ese momento miccionó sobre si mismo, pero no se paró a avergonzarse nervioso y cansado como se encontraba, y luchando por su vida. Oyó un gutural sonido detrás suyo, e intuyendo que se trataba de uno de ellos, giró con violencia, cogiendo lo primero que pilló y le asestó un golpe lo más cercano de la cabeza que pudo. El ser cayó desplomado hacia la izquierda, sin intención de moverse más. La puerta la tenia a escasos dos metros. El trozo de madera con que había golpeado al andante parecía adecuado para levantarse y apoyarse con el, por lo que se levantó con prisas presionando el bastón sobre la acera, el cual se rompió en dos trozos e hizo que se cayera hacia adelante, chocando casi contra la puerta.

Ya podía oler su edor podrído, pero la esperanza se reflejaba en su cara con gran intensidad. Asió el pomo de la puerta mientras se levantaba y... ¡Estaba abierta! Cayó de bruces en el interior. "Ya casi, ya casi". Se giró con rapidez sobre su cuerpo, intentando ponerse de cara a la puerta para cerrarla. En ese momento, algo le mordió el pie que aún se encontraba fuera. De un tirón fuerte, consiguió librar su pie de aquel maldito mordisco e introdujo el pie dentro de la puerta, y luego se apoyó en ella para no dejar entrar a aquellos sanguinarios seres.

Ya más tranquilo, empezó a lamentar su mala suerte. No tardaría en convertirse en uno de esos descerebrados que aporreaban de forma constante la puerta. Con tal pensamiento, estalló en gritos y lágrimas golpeando el suelo con ira e impotencia. Un intenso dolor recorría su pierna, y un escozor maligno podía notar que se apropiaba de su cuerpo mientras una sensacion de frío empezaba a subir sin control. De repente, algo voló sobre él y perdió totalmente la conciencia al recibir un intenso dolor.

Un olor invadió su nariz, despertándolo en el acto. Parecía tocino frito. Sentía un intenso dolor en su pierna, hasta la rodilla. Se recostó en la cama donde se encontraba, una cama de niño posiblemente, y se encontró con horror que ya no tenia pie. Alguien le había cercenado el pie izquierdo con una precision inaudita en un hombre normal y había cauterizado la herida. Empezó a gritar y a revolverse. "Mi pierna, mi pierna, MI PIERNAAAA". De repente, un hombre entró corriendo hacha en mano, y empezó a mirar por todos lados. "¿Que?,¿que sucede?"

Era un hombre pálido, flacucho, con un pelo liso, largo y bien cuidado, negro como el azabache y una barba prominente y de varias semanas, aunque arreglada con elegancia. Un pestilente olor a perfume barato irradiaba por toda su figura. Llevaba una gabardina negra que le llegaba hasta las rodillas. Manchas de sangre salpicaban su camisa blanca y sus pantalones, también negros. Sus dedos largos y huesudos sostenian un hacha cubierta casi por completo de sangre reseca, y su mirada recorría la habitación en busca de algún posible intruso. Cuando se dió cuenta de que no había nadie más, se centró en él. "Hola, ¿te duele aún verdad?" dijo el extraño con un tono amigable. Siguió mirando su desaparecido pie y gritando histérico hasta que, de sopetón el extraño le golpeó en la cabeza con el mango del hacha, y volvió a perder el conocimiento.

Puerta y Hacha



Canción:"Let's Go Kill That Bastard"-Ravenous(1999)

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